5 SEÑALES DE QUE HAS PERDIDO TU PRIMER AMOR
Por Fernando Mata
Introducción
La frase “has dejado tu primer amor” aparece en Apocalipsis 2:4, dentro del mensaje de Cristo a la iglesia en Éfeso:
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” (Apocalipsis 2:4).
La iglesia en Éfeso fue reconocida por su arduo trabajo, paciencia y celo doctrinal (Ap. 2:2–3). Sin embargo, Jesús vio más allá de sus obras: vio su corazón. Les dijo que, a pesar de su ortodoxia y perseverancia, habían dejado de amar como al principio.
Esto nos enseña que es posible mantener la forma externa de la fe y, al mismo tiempo, perder la devoción interna hacia Cristo.
Seguir asistiendo a la iglesia, estudiar la Biblia y servir, no siempre significa que el corazón sigue encendido de amor.
A continuación, reflexionemos sobre cinco señales que pueden revelar que has perdido tu primer amor, acompañadas de fundamentos bíblicos que nos llaman a evaluar nuestro corazón con sinceridad.
1. Tu servicio se volvió una rutina, no una adoración
Una de las primeras señales de haber perdido el primer amor es cuando el servicio a Dios deja de ser un privilegio y se convierte en una carga o un mero deber.
La persona sigue sirviendo, pero lo hace sin gozo ni gratitud, movida por la costumbre o la presión.
“Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres.” (Colosenses 3:23).
“Servid a Jehová con alegría; venid ante su presencia con regocijo.” (Salmos 100:2).
“Porque Dios ama al dador alegre.” (2 Corintios 9:7).
Cuando el amor se enfría, se cumple lo que el Señor dijo en Mateo 15:8:
“Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí.”
Podemos seguir predicando, enseñando o dirigiendo cánticos, pero si el corazón ya no está motivado por amor, el servicio pierde su esencia espiritual.
El primer amor convierte la obediencia en deleite. La rutina sin amor la convierte en obligación.
2. Toleras el pecado que antes te dolía
Cuando el amor hacia Dios se enfría, la sensibilidad espiritual se debilita. El pecado ya no causa tristeza, y lo que antes ofendía el alma, ahora parece “no tan grave”.
El corazón endurecido es una evidencia clara de haber perdido la pasión por la santidad.
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará.” (Mateo 24:12).
“¿Qué fruto teníais de aquellas cosas de las cuales ahora os avergonzáis? Porque el fin de ellas es muerte.” (Romanos 6:21).
“El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.” (Proverbios 28:13).
David, cuando pecó, clamó con dolor:
“Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente.” (Salmos 51:12).
Cuando el amor a Cristo está vivo, el pecado produce tristeza (2 Corintios 7:10). Pero cuando el amor se apaga, el alma comienza a justificar lo injustificable.
Perder el primer amor significa perder la sensibilidad espiritual que antes nos hacía llorar por el pecado.
3. La oración se ha vuelto escasa o vacía
La oración es el termómetro del amor espiritual. Cuando amamos a alguien, deseamos hablar con él. Así ocurre con Dios: quien le ama, anhela Su presencia.
Pero cuando se ha perdido el primer amor, la oración se vuelve formal, apurada o incluso ausente.
“Orad sin cesar.” (1 Tesalonicenses 5:17).
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3).
“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto.” (Mateo 6:6).
En los momentos de mayor amor espiritual, la oración no era una carga, sino un deleite. Pero cuando se enfría el corazón, la oración se convierte en un deber olvidado.
Jesús mismo nos advirtió:
“Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.” (Mateo 26:41).
La falta de oración no solo es síntoma de debilidad, sino señal de distancia afectiva con Dios.
4. La Palabra dejó de conmoverte
El amor hacia la Palabra de Dios refleja el amor hacia el Dios de la Palabra.
Cuando la lectura bíblica se hace por compromiso y ya no produce gozo, admiración ni obediencia, el corazón ha perdido el fuego del primer amor.
“¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca.” (Salmos 119:103).
“Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos.” (Salmos 119:162).
“La exposición de tus palabras alumbra; hace entender a los simples.” (Salmos 119:130).
El creyente que ama al Señor se deleita en estudiar y aplicar la Escritura.
Pero cuando el amor se enfría, la Biblia deja de ser alimento y se convierte en lectura rutinaria.
“No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” (Mateo 4:4).
Si la Palabra ya no impacta ni confronta, probablemente el problema no está en ella, sino en el corazón.
5. Hablas de todo, menos de Cristo
Una señal clara del amor encendido es el deseo de hablar de Aquel a quien se ama.
Los discípulos decían:
“Porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.” (Hechos 4:20).
Cuando alguien ha perdido su primer amor, Cristo deja de ser el centro de sus conversaciones. Habla de trabajo, deportes, política, familia… pero rara vez menciona al Salvador.
“De la abundancia del corazón habla la boca.” (Mateo 12:34).
“Y dijo a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” (Lucas 9:23).
“Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21).
El corazón que ama a Cristo lo confiesa sin vergüenza. Pero cuando ese amor se enfría, el nombre de Jesús deja de fluir con naturalidad.
Hablar poco de Cristo es hablar mucho de nosotros mismos.
Cómo volver al primer amor
Jesús dio la respuesta con tres verbos que resumen la restauración espiritual:
“Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras.” (Apocalipsis 2:5).
Recuerda: piensa en cómo eras cuando recién conociste a Cristo —tu entusiasmo, tus oraciones, tu deseo de aprender y servir.
Arrepiéntete: reconoce que el amor ha disminuido y pídele perdón a Dios con humildad.
Haz las primeras obras: vuelve a orar, servir, leer y testificar con el mismo fervor de antes.
“Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y arrepiéntete.” (Apocalipsis 3:3).
Conclusión
Perder el primer amor no significa que todo esté perdido. Significa que es tiempo de volver.
Jesús no le habló a Éfeso para condenarla, sino para restaurarla. Su amor sigue siendo el mismo, y Su gracia sigue abierta para los que desean reavivar su fe.
“Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” (1 Juan 4:19).
“Porque Jehová se deleita en ti, y tu tierra será desposada.” (Isaías 62:4).
El llamado de Cristo sigue vigente: vuelve al primer amor, y descubrirás que Él nunca dejó de amarte.
Fernando Mata
Lic. en Psicología · Mtro. en Educación
Predicador de iglesia de Cristo
Creador de Formación Bíblica Integral
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